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El efecto Pigmalión
Es algo que todos sabemos de algún modo, pero que puede que nadie te haya explicado nunca. Si a tu hijo antes de una carrera le dices: te vas a caer, tú no vales para esto. Ese niño se va a caer, no hay más opciones, porque le has hecho creer es posible. Y hay algo que le empuja a cumplir la profecía. Pero si en lugar de eso, a ese mismo niño le dices: corre, vuela, no te detengas, y si te caes, aquí estoy para levantarte. Ese niño jugará mejor que si nunca le hubieras dicho nada. Hay una responsabilidad ineludible en como hablamos, en cómo tratamos a los demás, porque en nuestras palabras tienen un poder más grande de lo que nunca hubiéramos imaginado. Cada día tienes la opción de cortar las alas de los demás hablando del miedo y de la incertidumbre, o puedes dejar que tus palabras les empujen hacia sus metas, confiando en la capacidad infinita que hay dentro de todo ser humano. Se conoce como efecto Pigmalión, y funciona en cualquier momento de nuestras vidas.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión hace referencia a la importancia e influencia que tienen nuestras expectativas sobre el rendimiento de nuestro alumnado. Este fenómeno fue definido por Robert Rosenthalel, profesor de psicología en la Universidad de Harvard, como la relación que existe entre las expectativas que tenemos las personas, y la gran influencia que estas creencias tienen sobre las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Afirma también, que cuando esperamos que determinados alumnos/as presenten un rol o conductas determinadas, nosotros actuaremos también de forma que favorezcamos la manifestación de dichos comportamientos.
En el año 1968, Rosenthal y Jacobson, realizaron una serie de investigaciones para demostrar este fenómeno. Para ello, informaron a un grupo de profesores de que algunos de sus estudiantes habían obtenido puntuaciones brillantes en una serie de test de inteligencia realizados. Al finalizar el curso, se observó que estos alumnos, señalados al inicio del curso como brillantes, habían mejorado notablemente su rendimiento y calificaciones. El secreto de este experimento es que ninguno de estos niños realizaron ningún tipo de prueba para evaluar sus capacidades, sino que fueron elegidos al azar. Demostrando así la gran importancia que tiene el efecto Pigmalión en el aula y sobre las personas.
Con el experimento realizado, intentaron profundizar en las causas que provocan que este fenómeno acabe influenciando a nuestro alumnado. Tras una serie de observaciones y reflexiones, se llegó a las siguientes conclusiones:
- Cuando creemos en las capacidades de alguien, creamos de forma inconsciente un clima emocional mucho más cercano, a través de nuestro lenguaje no verbal, es decir, mediante nuestros gestos, miradas, sonrisas, tono de voz, etc.
- Debido a que el profesorado tenía la creencia de que estos alumnos presentaban altas capacidades, el contenido que se les intentó transmitir también fue mayor, presentando un nivel de exigencia por encima del normal, provocando de esta forma, que el alumnado “brillante” se esforzarse más y tratara de dar respuestas mucho más completas y profundas
- Al realizar las explicaciones y lanzar preguntas al alumnado, se observó que estos profesores lanzaban más preguntas a los alumnos que creían más inteligentes, otorgándoles también un mayor tiempo e intentos para dar una respuesta.
- Estos estudiantes recibían constantemente elogios por parte del profesorado. Además, los docentes les aconsejaban de forma reiterada, creándose una especie de relación protectora en la que los maestros y maestras guiaban constantemente al alumnado para alcanzar mejores resultados.
Ejemplos de efecto Pigmalión en la escuela
De lo comentado anteriormente, podemos deducir que el efecto Pigmalión tiene un gran impacto en educación, pudiendo afectar de forma positiva a nuestro alumnado. Aunque no podemos olvidar que este fenómeno es un arma de doble filo, puesto que también puede perjudicar negativamente a las personas que nos rodean.
- Efecto Pigmalión en positivo: Hace referencia al comentado anteriormente, se produce cuando un docente tiene expectativas positivas sobre un alumno/a. Estas creencias han podido ser creada a partir de una charla con el profesor del año anterior, el cual le informa sobre lo buen alumno o alumna que es. Puede ocurrir también, que un estudiante se muestre participativo durante los primeros días de curso, generándose así, en el profesor la idea de que este es un chico brillante. Sea cual sea la forma en la que se generan estas expectativas, lo cierto es que al final de curso, aquellos alumnos/as que han recibido un trato positivo por parte del maestro/a, alcanzarán mejores resultados.
- Efecto Pigmalión en negativo: De igual forma, cuando las expectativas generadas son negativas, es muy probable que los estudiantes obtengan peores calificaciones y su desarrollo se vea mermado. Cuando un profesor/a observa que un alumno se comporta de forma disruptiva, que no responde correctamente, o viene con una valoración negativa del año anterior, en el docente se crea la idea de que este niño es un pasota, e inconscientemente, y a lo largo del curso, el maestro actuará de tal forma que otorgará un menor número de oportunidades a este alumno. Le dará menos tiempo para responder, le preguntará menos veces, no le dará oportunidad para rectificar, etc.
¿Cómo potenciar el efecto Pigmalión (positivo) en el aula?
Los psicopedagogos Purkey y Coopersmith establecen una serie de actuaciones que el docente debe implementar en su práctica educativa. El objetivo es alejarse de los aspectos negativos de este fenómeno, y acercarse a aquellos que puedan influenciar de forma positiva al alumnado:
- El docente debe establecer una series de expectativas y metas altas, pero siempre alcanzables y realista, de tal forma que el alumnado deba esforzarse, pero sin caer en la frustración y rechazo de luchar por un imposible.
- Las tareas deben ser adaptadas a las capacidades de nuestros estudiantes, de tal forma que todos, a través del esfuerzo, puedan desarrollarse y progresar en su aprendizaje.
- Fomentar la participación de todo el alumnado, evitando centrar nuestra atención únicamente en un grupo de alumnos/as. Para ello, podemos llevar algún tipo de control de la participación, introducir en el aula debates y asambleas en las que todos puedan intervenir.
- Educar en el erro, transmitiendo a los alumnos y alumnas la importancia que tiene el error en el aprendizaje de las personas. Debemos recalcar que el hecho de equivocarse jamás debe ser tratado como motivo de burla o incapacidad, sino como un nuevo objetivo sobre el que trabajar.
- Mostrar un respeto incondicional a todos y cada uno de nuestros estudiantes, ensalzando también la importancia que tiene el respeto entre los propios alumnos.
- Debemos mostrarnos cordiales, puesto que se ha demostrado que la cordialidad por parte del educador mejora la autoestima del alumnado.
- Mostrar una actitud equilibrada en el aula, es decir, debemos evitar caer en un rol permisivo o autoritario, valorando no solo los resultados, sino también el esfuerzo.
- Fomentar un modelo de enseñanza enfocado en lo positivo, orientado a potenciar y facilitar el éxito, en lugar de centrarse únicamente en corregir el fracaso. Los elogios siempre serán más eficaces que la crítica.
- La autoestima también juega un papel protagonista en este fenómeno, puesto que los alumnos/as que carecen de un autoconcepto positivo son más influenciables por el resto de las personas. Mientras que cuanta más alta es la autoestima de nuestros estudiantes, será mucho más difícil que les afecten los comportamientos negativos del resto de las personas. Es por esto que debemos trabajar continuamente para fomentar la mejora de la autoestima de nuestro alumnado.
Aunque la forma más eficaz de evitar las consecuencias negativas del efecto Pigmalión y facilitar los aspectos positivos, siempre será la reflexión y autocrítica de nuestra propia práctica educativa. Ahora que ya conoces este fenómeno, está en ti reflexionar sobre tus acciones, para darte cuenta de las cosas que debes corregir y potenciar en tu actividad en el aula.